martes, 8 de diciembre de 2009

El día que Secundaria se separó de la Universidad (y la pugna IPA-FHCE)

Se cumplen 74 años de la separación de la educación secundaria de la órbita de la Universidad. Efectivamente, el 11 de diciembre de 1935 -y en plena dictadura de Terra- se creó por ley el Consejo de Educación Secundaria. Este hecho instaló inmediatamente una polémica y un debate de ideas que aún tiene sus consecuencias en el sistema educativo uruguayo. Pero, hagamos un poco de historia antes de avanzar algo más sobre el asunto. Entrando en las primeras décadas del Uruguay independiente, tenemos que mientras en 1830 apenas habían dos aulas de nivel terciario –una de Latín y otra de filosofía-, ya en 1833 se pasa a nueve cátedras (Latín, Filosofía, Jurisprudencia, dos de Medicina, dos de Teología, una de Matemáticas y una de Economía Política), en 1836 se reglamentan por decreto los estudios universitarios y en 1838 se crea por otro decreto -bajo el gobierno de Oribe- la Casa de Estudios Generales con el carácter de Universidad Mayor de la República. Y aunque entre 1839 y 1851 el país sufre la Guerra Grande, es en ese período que el Instituto de Instrucción Pública reglamenta la Enseñanza Primaria y Secundaria y Científica (1847), y es un 18 de julio de 1849 que:“se inauguró y se instaló la Universidad de la República. La Universidad tenía bajo su órbita la Enseñanza Primaria, Secundaria y la Científica Profesional.La Enseñanza Primaria quedaba en realidad bajo la supervisión del Instituto de Instrucción Pública; y este Instituto bajo la dirección de la Universidad.
La Enseñanza Secundaria comprendería: Latín, Francés, Inglés, Estudios Comerciales, Física-matemática, Filosofía, Retórica, Historia Nacional, Principios de la Constitución.” (Nahum, Benjamín (Coord.), Historia de la Educación Secundaria. 1935-2008, CES, Montevideo, 2008, pág. 14)

En 1854 tenemos el “Informe Palomeque”, que supone la primera mirada de diagnóstico de la situación de nuestro sistema educativo y que contenía también su lado de recomendaciones, aspecto que -por falta de presupuesto, de maestros preparados y de textos- no pudo llevarse adelante.  
Entre medio de las convulsiones políticas y económicas de la época -guerras civiles incluidas- no se pudo orquestar un Sistema Educativo Nacional, pero sí se marcaron allí lo que serían sus bases. 
Y ya en el período que va de 1860 a 1900 tenemos las reformas en la universidad, con las inmediatas repercusiones en la enseñanza secundaria. En estos años, marcados por un período dictatorial, la búsqueda de la fuerte consolidación del estado naciente y la reforma vareliana, “va a quedar establecido el Sistema Educativo Público en tres pilares: Primaria: extendida a todo el país fuertemente centralizada por la reforma vareliana. Enseñanza Técnica: incipiente, con amplios posibilidades materiales de desarrollo. Enseñanza Secundaria y Superior: Centradas en la Universidad, con planes y programas específicos en sus tres Facultades, Derecho, Medicina y Matemática y en su Sección de Enseñanza Secundaria.” (Op. Cit, pág. 17)

Entre medio, el debate entre positivistas y espiritualistas marcaba el tinte intelectual del país, que tuvo sus capítulos referidos a la educación pública particularmente con la rica polémica de ideas que se suscitó entre José Pedro Varela y Carlos María Ramírez. 
Sobre fines del siglo XIX, -al final de los quince años en que Alfredo Vásquez Acevedo fue rector de la Universidad- eran unos 500 alumnos los que en total se contabilizaban como estudiantes de secundaria y la universidad. Secundaria funcionaba en el mismo edificio de la universidad, como una sección de ésta (creada precisamente en 1880 a propuesta de Vásquez Acevedo), lo cual tenía que ver en buena medida con la concepción que de ese nivel educativo se tenía:

“La enseñanza Secundaria Preparatoria, tenía una larga tradición en Uruguay. La misma se caracterizaba por considerar esa educación como preparación y antesala de los estudios universitarios relacionados con las carreras liberales. La ley orgánica de 1885 definía los fines de Secundaria: “…ampliar y completar la educación instrucción que se da en las escuelas primarias y preparar para el estudio de las carreras científicas y literarias; por su parte la Enseñanza Superior se contaría a la preparación y habilitación para el ejercicio liberal” (…) En ese sentido la Educación Secundaria se caracterizaba por su carácter exclusivo, respondiendo a las demandas de los sectores sociales que poseían los recursos para desarrollar estudios universitarios” (Op. Cit, pág. 19)

Pero, a su vez, ya estaba instalado en ese período el dilema de tener una enseñanza secundaria que fuese propedéutica a los estudios universitarios o el de tener una educación secundaria que apuntara a una formación más general y con un carácter más inclusivo y extensivo (será esta segunda opción, por cierto, la que finalmente se va a imponer en el correr del siglo XX). 
Y así vamos llegando al año 35’, donde finalmente se da esa separación de secundaria del ámbito universitario, lo cual trajo consigo una intensa polémica y que en los hechos supuso un mojón central en la historia de Secundaria y representó la efectiva desvinculación de la Enseñanza Media de la órbita universitaria, dejando de ser una Sección Secundaria y Preparatoria de la Universidad. Desvinculación en el marco de una dictadura y que supuso diferentes posicionamientos de autoridades, docentes, gremios y alumnos:

“La idea de transformar este sector de la educación, que mostraba una clara tendencia al crecimiento, ya estaba en la agenda universitaria. El debate interno centrado en las dimensiones pedagógicas planteaba los fines de Secundaria y el lugar institucional más conveniente para evitar que esta rama quedara reducida a una mera antesala de estudios universitarios. Su ubicación como Sección Secundaria y Preparatoria dentro de la Universidad de la República estaba en debate desde la década del veinte. El rechazo a la ley de 1935 obedecía a la modalidad y al contexto en que se produjo, y a la convicción de que el gobierno quería ejercer una vigilancia política en esta rama, hasta entonces fuera de su alcance. (…) Mientras las autoridades universitarias y el cuerpo docente sostenían que era necesaria una transformación de la educación media y se basaban en argumentos pedagógicos, el gobierno buscaba un control de esta rama de la enseñanza hasta ahora protegida por la autonomía universitaria.” (Op. Cit, pág. 43 a 45)

En ese entonces, el filósofo más importante que ha registrado la historia del pensamiento uruguayo, ejercía el rectorado de la Universidad. Carlos Vaz Ferreira, que era desde hace años figura central en la vida intelectual y educativa del país, sería contundente en su apreciación sobre la situación, acompañando el posicionamiento de estudiantes y de la Federación de Magisterio, entre otros, en medio de una situación de resistencia que llegó a tener enfrentamientos muy duros:

 “Para la Universidad fue una gran encrucijada. El Consejo Central Universitario rechazó la ley basado en que no había contado en la Cámara de Diputados con el quórum necesario para crear un Ente y estudió interponer el recurso de inconstitucionalidad. El Dr. Carlos Vaz Ferreira- rector de la Universidad- consideró la separación de Secundaria de la Universidad como un “horror pedagógico, administrativo y moral”, destacando que la norma era inconstitucional, de tendencia regresiva porque subordinaba la enseñanza al poder político y afectaba la organización e integridad de esa casa de estudios. Significaba para el rector una clara intromisión del poder político en el ámbito educativo realizada por una comisión ajena a la Universidad mientras precisamente el Claustro de la Universidad estudiaba un estatuto coordinador de toda la enseñanza bajo la dirección de la Universidad. 
Los estudiantes fueron los actores más activos y quienes llevaron a delante una sostenida y decidida movilización en defensa de la autonomía y contra la reforma que separaba la enseñanza Secundaria y Preparatoria de la órbita de la Universidad de la República. Fue un motivo más de enfrentamiento del sector estudiantil opositor a la dictadura terrista. Las reacciones contra el proyecto de ley de Creación de Enseñanza Secundaria, principalmente en el sector estudiantil fueron importantes, y consistieron en huelgas, asambleas, manifestaciones y choques callejeros con la policía, entre las que se destacaba la resistencia protagonizada por los estudiantes de Enseñanza Secundaria. En dichas manifestaciones participaron también diversas fuerzas populares e instituciones culturales como la Federación de Magisterio.” (Op. Cit, pág. 53-54)

En medio de este conflictivo marco, se ponía fin a la dependencia de secundaria del ámbito universitario, período que abarcó de 1849 a 1935 y en donde la enseñanza media era considerada meramente como preparatoria para los estudios universitarios..
El primer Consejo Nacional de Enseñanza Secundaria tuvo como su primer Director a Eduardo de Salterain Herrera y las tareas que tuvieron que enfrentar fueron varias y variadas, en tanto comenzó un acentuado crecimiento y expansión del sistema, sumando más alumnos, más docentes, más liceos. E incluyendo diversas realidades socio-económicas. 
En julio de 1949 se crea por ley el instituto de Profesores -y por un artículo de otra ley de agosto de 1950 se le denomina “Artigas” (al cumplirse en ese año el centenario de la muerte del prócer)- y en 1951 comienza funcionar el IPA, bajo la dirección de Antonio Grompone.
Y aquí, en este punto de la Historia, sería importante centrarnos directamente en la dupla Vaz Ferreira-Grompone, en sus dos visiones sobre la formación docente, que preceden y determinan, en buena medida, la creación del IPA por un lado y la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias por el otro, hechos que están, en definitiva, estrechamente vinculados a esa proceso de separación de secundaria del espacio universitario, iniciado en 1935. Este punto supondría otro desarrollo mucho más específico, que va más allá de las intenciones de este breve artículo, pero aún así quisiera señalar al pasar que el punto central de esas diferentes perspectivas parece remitir a la manera de concebirse la institucionalización de la formación de profesores: mientras Vaz Ferreira apunta a un docente poseedor de una vasta cultura general, poseedor de un “espíritu libre” y autónomo como materia intelectual y ética necesaria para formarse y ejercer la docencia, de un saber desinteresado por oposición a un saber utilitario, alejado de la idea de que estudiar y formarse es rendir exámenes académicos y que señalaba el peligro de terminar asociando la enseñanza a una pedagogía restringida que alimentara un sistema educativo basado en la mera funcionalidad social y fiscalización institucional del saber; tenemos que en Grompone se apunta a un docente profesional que esté preparado para su actuación en la emergente y compleja realidad social del contexto de enseñanza media y sus particulares actores involucrados antes que apuntar a cómo se forma individuo/docente en su “espíritu libre”, contemplando las consecuencias de la masificación del ingreso de estudiantes a la enseñanza media y los nuevos objetivos a partir de esa situación, que ya no podían ser el de únicamente tomarse como una enseñanza de estudios preparatorio para el ingreso a la universidad o el de un sostener una elite cultural. Y sobre estas dos visiones, que son posibles de señalar una como “idealista” y otra como “práctica”, es que se proyectarán dos instituciones que, en alguna medida, aún están en pugna respecto de la formación y práctica docente: el Instituto de Profesores Artigas (IPA) y la actualmente denominada Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE). Y este dilema, determinante histórica e institucionalmente en la historia de la educación uruguaya, en nuestra concepción de la formación docente, entre dos posiciones diferentes respecto de la misma -que considero es, en definitiva, una falsa oposición (como gustaría seguramente de plantear Vaz Ferreira el asunto, consecuente con su lógica viva)- aparece tan vigente hoy en día -y quizás más preocupantemente presente- como en esos años 40 y 50’ del siglo pasado. Por eso, en momentos de conmemorarse otro aniversario de la separación de secundaria de la universidad, parece ser importante para el actual debate educativo volver a poner el tema en el espacio del diálogo público.

Algunas breves reflexiones finales

Quisiera en este punto esbozar y arriesgar alguna hipótesis, buscando desarrollarla debidamente en posteriores instancias de diálogo y debate: a) La particular historia de la gestación de la enseñanza media uruguaya, incluyendo su “traumática” separación de la Universidad, es condición de algunos problemas actuales aún no resueltos en el terreno de la formación docente para este nivel educativo. Así, las perspectivas de Vaz Ferreira y Grompone sobre la formación docente no hacen más que explicitar –y finalmente institucionalizar- un problema heredado desde la historia misma de nuestra conformación como nación y acuciante en determinado momento de nuestra historia educativa. b) La separación de la enseñanza secundaria de la Universidad, resuelta en un contexto de crisis institucional del país, sin un debido debate y finalmente generando una marcada separación formativa, entre un perfil docente apuntando a las necesidades sociales y prácticas del contexto del alumnado de secundaria y otro perfil apuntando a la libre formación e investigación universitaria, terminó a la larga afectando a ambos niveles (secundaria y universidad) y es un problema fuertemente presente, de delicado costo intelectual y cultural para el país, aunque no debidamente explicitado (y por ello mismo traer a escena a Vaz Ferreira y Grompone puede ser determinante para retomar un debate inteligente sobre el asunto). c) La mencionada separación ha generado a la larga un negativo divorcio entre docencia e investigación. d) El sistema educativo nacional necesita una re-estructuración, que contemple la posibilidad de inyectar de más “espíritu” universitario a la formación docente para secundaria, y una Universidad que a su vez se involucre marcadamente con la realidad social circundante, con el contexto inmediato y sus problemas, y que contemple debidamente en su perfil la formación pedagógica y –particularmente- la reflexión desde el espacio de la Filosofía de la educación. En este sentido, se me ocurre que quizás la idea de una Universidad Pedagógica Nacional –que por estos lares ha sido planteada pertinentemente por el profesor y filósofo Mauricio Langón- sea una buena iniciativa a tener en cuenta, quizás -agrego- matizando y sintetizando en ella las perspectivas de Vaz Ferreira y Grompone.

lunes, 9 de noviembre de 2009

20 años después del Muro de Berlín: reflexiones para el debate

Estimados/as, el diario El Observador publicó en su tapa del día sábado y en las primeras 7 páginas un informe especial sobre los 20 años de la caída del muro de Berlín. Les transcribo la nota de la periodista María de los Ángeles Orfila que abre el informe, y en donde participamos dando nuestro punto de vista el docente e investigador Mario Dotta, el historiador y politólogo Jaime Yaffe y yo.
A su vez, les invito a descargar el informe completo del diario El Observador sobre el tema, que incluye además de esta nota inicial, un artículo de Guillermo Chifflet, de Julio María Sanguinetti, testimonios de participantes directos en el evento histórico, datos, referencias a los otros muros que aún existen en el mundo y una cuidada producción fotográfica. Muy recomendable el trabajo de El Observador.
Pueden descargar el informe completo desde este link: http://www.box.net/shared/6ufcnkilih 

Y acá va la nota inicial del informe:

20 AÑOS DESPUÉS DEL MURO

Fue un momento clave en la historia de la humanidad y en su lucha por la libertad. Se cumplen 20 años del fin de una era signada por la confrontación de dos superpotencias, un conflicto Este-Oeste que hoy adquirió nuevos ribetes 

Aquel día de gloria

POR MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA
DE LA REDACCIÓN DE EL OBSERVADOR

Christel Reuters vio cómo se colocaba bloque de concreto sobre bloque de concreto aquel 13 de octubre de 1961 sin saber qué pasaría con unos familiares que habían ido a visitar a una tía del lado Oeste del nuevo muro que, horas después, tenían prohibido traspasar. “El gobierno comunista no vio otra solución para evitar que se desangrara su país y construyó este maldito muro en una noche del sábado al domingo. En ese momento fueron separadas muchísimas familias”, inclusive la de esta ex intérprete de la Embajada de Uruguay en Berlín Oriental, como ella misma lo relató a El Observador.
Mario Dotta, profesor de Historia Contemporánea en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República (UdelaR) e investigador especializado en el socialismo real, recordó que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) comenzó a impedir el abastecimiento por el corredor aéreo que separaba a las dos Alemanias y la fricción entre “las dos vidrieras” hacía inminente que se produjera un estallido de fuego y sangre entre dos organizaciones sociales y dos concepciones del hombre y del mundo antagónicas: por el Oeste, libertad y abundancia de bienes materiales; por el Este, igualdad esencial (aun cercenando la libertad). 
Tres millones de ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA), especialmente profesionales, habían dejado el territorio oriental desde fines de la segunda guerra mundial. La barrera “protectora antifascista” vino a detener el flujo de emigrantes y de contrabando, entre otras cosas, de pantalones de jeans y a retenerlos, si era necesario, con disparos a lo largo de 155 kilómetros vigilados al milímetro. “En momentos previos al muro de Berlín y a la caída del socialismo de Alemania Oriental (el régimen) se había transformado en algo policial”, manifestó Motta. Cerca de 200 personas murieron al intentar escapar a la República Federal Alemana (RFA) y se estima que más de 100.000 ciudadanos de la RDA trataron de hacer una rendija, un túnel y hasta un globo y pasar sin ser vistos por los guardias que tenían la orden de matar.
La lejanía con la familia, la amenaza permanente de espionaje y la alta de libertades(ver testimonios en páginas 4 y 5) condujeron al cúmulo de odio y al martillazo que abrió el primer boquete en el muro de Berlín 28 años después de su edificación. ¿Pero el mundo aprendió la lección que le dejó esta cicatriz?

DETRÁS DE LA CORTINA. “El socialismo real poco tuvo que ver con Karl) Marx”, declaró Dotta. Hizo tal afirmación para contradecir a quienes vieron en la caída del muro de Berlín el día que comenzó el fracaso del marxismo. “Al pueblo no se le movió un pelo. Al contrario, el pueblo saluda y contribuye (a la desaparición de la URSS). Por lo tanto, era un régimen divorciado del pueblo. Cosa impensable en un proyecto marxista”, relató a El Observador. La desconexión entre gobierno y pueblo era un pecado que se arrastraba desde los tiempos de Joseph Stalin, muerto en 1953.
Marx proponía un mundo nuevo con la extinción del Estado que se trocaría por organismos administrativos y de las clases sociales, con una racionalidad productiva y distributiva democrática y libertaria, para hombres buenos. Según Dotta, “los hombres que convirtieron la doctrina de Marx en doctrina de partido se olvidaron de la evolución del hombre”. El resultado, a su juicio, fue un régimen con una ideología política convertida en religión fanática, con un fuerte culto a la personalidad, opresivo y mentiroso, que se escudaba en la eliminación de la propiedad privada, pero que reservaba las mejores propiedades, servicios y alimentos para los miembros del gobierno. 
El investigador en filosofía política Pablo Romero sostuvo que la gran lección de la caída del muro de Berlín -y de todo el siglo XX- es que “no hay igualdad posible sin libertades”, pero a 20 años de este hecho histórico, en su opinión, “la guerra fría sigue latente porque este dilema aún no fue resuelto”.

Extrañeza oriental

Mientras que el mundo asistía al crac del socialismo real, en Uruguay pasaba una cosa rara, a juicio del historiador y politólogo Jaime Yaffé. El Partido Comunista (PCU) conseguía una votación histórica en las elecciones de 1989 y se transformaba en el sector más importante del Frente Amplio. Con efecto retardado, se desmembraría tres años después y, en los siguientes comicios, quedaría relegado a una condición minoritaria.
No es correcto decir que sufrió una consecuencia inmediata. El éxito de 1989 fue capitalizar para sí el crecimiento del partido, dijo Yaffé a El Observador. Las virtudes de la estrategia electoral incluido el Profesor Paradoja se basaron en una presentación del sector más como fuerza frenteamplista que comunista. Logró que el mundo no se le metiera adentro, agregó el experto. El auge del PCU terminó siendo transitorio.

NUEVO MUNDO, MISMO PROBLEMA. Los súbitos hechos del 9 de noviembre de 1989 y el posterior descalabro de la URSS hicieron borrón y cuenta nueva en el planisferio que dibujaban los escolares desde 1945.
“Fue un cambio en el orden político mundial mayúsculo”, definió el historiador y politólogo del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la UdelaR, Jaime Yaffé.
Estados Unidos, líder del bloque occidental, asumía el mando de un mundo, ya no bipolar, sino unipolar, y la supuesta tarea de vigilancia de la democracia, la libertad y la justicia revalorizadas a partir de la caída del muro de Berlín como única superpotencia planetaria. Las intervenciones militares en Panamá (1989), Irak (1991), Somalia (1992), Haití (1994),Bosnia (1995) y Kosovo (1999) sirvieron para consolidar su imagen de estabilizador incluso en los ambientes más hostiles. 
“Sin contrapesos, podía imponer una hegemonía amplia y libre, pero los años posteriores demostraron que este pronóstico estaba errado”, señaló Yaffé. Francis Fukuyama había propuesto el fin de la Historia con el triunfo de la democracia liberal. Romero recordó que, en una primera instancia, EEUU parecía haber ganado “la autorización moral” de erigirse como la única ideología debido a lo que el derrumbe del muro dejó ver detrás de la cortina de hierro, un régimen de opresión y muerte. Empero, la ilusión de paz de Fukuyama fue efímera porque se olvidó de la única constante de todas las posguerras: el hombre.  
La estructura geopolítica resultante a fines del siglo XX pasó a caracterizarse por el desorden y, cerrada la grieta que atravesaba Alemania, Occidente y Oriente abrieron nuevos focos de tensión, ya no entre capitalismo y comunismo, sino en palabras de George W. Bush entre “nosotros y los terroristas”. “El atentado a las torres gemelas en 2001 fue la materialización de que EEUU no podía mantener el orden solo”, completó Yaffé. El yihadismo ocupó el lugar de enemigo que la URSS había dejado vacante.
Romero retomó el célebre postulado del choque de las civilizaciones de Samuel Huntington, ahora por conflictos más culturales que ideológicos. “Occidente contra Oriente en bloque sigue siendo la misma política de generar enemigos”, afirmó a El Observador.  
A juicio de Romero, las democracias liberales occidentales no pudieron satisfacer las exigencias de libertad, justicia social y derechos humanos que la humanidad reclamó tras la caída del muro de Berlín, como tampoco el sistema capitalista -modelo del bando “vencedor”- pudo mantenerse invicto ante un adversario que se gestó en su interior. “La reciente crisis económica de EEUU alimenta que el capitalismo desenfrenado tampoco es buen puerto para las libertades, o para cortar las brechas sociales”, afirmó el profesor de filosofía. 
Como contrapropuesta, Romero sostuvo que el desafío del siglo XXI es lograr una síntesis entre liberalismo y socialismo, una economía de mercado con un Estado interventor pero moderado, al estilo de las socialdemocracias modernas que buscan conjugar la libertad individual, la libertad del mercado económico y una redistribución social más justa. Exactamente como si corriera por el medio de una de las mayores vergüenzas del ser humano y para derribar otras que todavía siguen en pie.

domingo, 19 de julio de 2009

Vaz Ferreira: documental online

Estimados/as, el año pasado se cumplieron 50 años de la muerte de Carlos Vaz Ferreira, el filósofo uruguayo más importante, y -entre los varios homenajes llevados adelante- el realizador Aldo Garay filmó y produjo para TV Ciudad un trabajo de acercamiento a la vida y el pensamiento vazferreireano, en el que participamos Yamandú Acosta, Agustin Courtoisie, José Seoane y yo, entre otros. Quisiera compartirles los fragmentos de este documental, esperando seguir acercando la obra de Vaz al debate público. Y les invito a debatir sobre el documental –y lo allí expuesto en ideas introductorias sobre Vaz- en este mismo espacio del blog. 

Los links del documental son:

http://www.youtube.com/watch?v=AmRpz8vCejs (1ª parte)

http://www.youtube.com/watch?v=ig5r0b40lhQ (2ª parte)
Aunque también lo pueden ver directamente desde aquí:


viernes, 10 de julio de 2009

El latinoamericanismo, el intelectual y la esfera pública

Estimados/as, en el programa El LadOculto, conducido por Gerardo Sotelo, se realizó en el mes de abril (y se puso al aire en junio) una edición especial sobre la vida y obra de José E. Rodó, en el que participamos Agustín Courtoisie, Romeo Pérez, Daniel Mazzone, Malena Rodriguez y yo; y les invito a compartir –y a eventualmente debatir sobre lo allí dicho- dos fragmentos del programa en el que se tocan aspectos como la integración latinoamericana, el intelectual y la esfera pública, desde una posible perspectiva rodoniana. 

Los links para ver ambos videos(uno de 7 minutos y otro de 5)son:

http://www.youtube.com/watch?v=RGyU5UlmKlw (sobre la integración latinoamericana)

http://www.youtube.com/watch?v=REhk6cqqN4Q (sobre los intelectuales y la esfera pública)
Aunque los pueden ver directamente aquí: